04 enero 2006

SAN MARTÍN
(o los hombres se miden por sus actos)

Estoy harto de polémicas estériles acerca de la vida y obra del Libertador General San Martín. Sólo voy a ocuparme ahora de una, de todas las existentes. En todo caso, en otra oportunidad, me ocuparé de otras.
No puedo creer que a estas alturas, haya Dres. en Historia que, pierdan el tiempo desmintiendo el origen
mestizo y bastardo del Gran Capitán. Está demás aclarar que la parte más oscura de la vida de San Martín, es su infancia y su pubertad y es bastante difícil llegar a tener certeza de qué día y dónde nació, y de quién fue realmente hijo José de San Martín. Quienes lo sabían no están entre nosotros para contarnoslo. Por tanto, todas las teorías serán bienvenidas, sean o no ortodoxas y podremos debatir de lo que sea, pero desmentir teorías que son difícilmente comprobables, es, por lo menos vano.
No me cabe la menor duda de que la Dra. Patricia Pasquali es una profesional idonea, prestigiosa y de larga trayectoria, pero, en su reciente biografía del General San Martín(
"San Martín: La fuerza de la misión y la soledad de la gloria", Ed. Planeta.1999. Emecé Editores. 2004.), pierde tiempo -aunque sea en una nota, bastante extensa, por cierto- en descalificar la teoría del orígen mestizo del prócer, y de calificar de descabellado el pedido de análisis de ADN de los restos del Gral. para compararlos con los decendientes de Alvear. Dicha teoría sugiere que el Gral. sería fruto de las relaciones del padre del Gral. Alvear y de una india de las misiones, Rosa Guarú, por lo que los Grales. serían, además, medio hermanos, y que Don José habría sido puesto bajo la tutela de la familia San Martín.
Mas allá de la controversia con García Hamilton y Chumbita, aceptable y deseable además, creo que:
Primero, no son aceptables su descalificaciones, ninguna, porque como tales, no aceptan replicas y son de una posición intransigente y definitiva. Dra....
Segundo, criticar el método y las fuentes está bien. No me parece que sea para descalificar, porque en todo caso las partidas de nacimiento de aquella época son bastante objetables en todos los casos y pueden haber sido fraguadas en cualquier época. Por otra parte, la mejor manera de saber si San Martín era un bastardo del viejo Alvear, es un estudio de ADN, y entonces es inútil descalificar a Chumbita por eso, y no es de ninguna manera descabellado como la Dra. dice. ¿Cuál es el problema de llevar a cabo el exámen de ADN, si como dice la Dra. no existe ni remota posibilidad de que se verificara tal filiación? Si San Martín no es decendiente de Alvear se acaba la discusión. Por supuesto, se puede mantener la teoría del orígen mestizo, del bastardo, pero no de Alvear. Pero, ¿qué pasaría si el estudio resultara positivo? El Padre de la Patria, y Libertador de medio subcontinente sería bastardo y presumiblemente mestizo. Que se quede tranquila la Dra., el Senado de la Nación no dio ni dará nunca el consentimiento para dicho exámen, es una cuestión política, no histórica.
Tercero, y como consecuencia de todo lo anterior, ¿qué es lo importante, el orígen o la obra del prócer?¿A quién le importa que el Padre de la Patria sea mestizo o bastardo, si su grandeza reside en su lucha por la libertad de media Sudamérica y no en la defensa del indio? Éste es el punto clave y se me ocurren algunas posibles respuestas.
Sólo puede importarle a alguien que desprecia a los bastardos y/o a los indios, o que cree que ésta es una afrenta. A Mitre y a Sarmiento les importaba, la
civilización pasaba por lo europeo, lo indio era barbarie. A la Dra. Pasquali le importa. A García Hamilton le importa. Al Inst. Sanmartiniano-dirijido por militares retirados y no por historiadores- le importa. Y a toda la gente bian que identifica como elementos negativos para la civilización a los bastardos, los indios, los mestizos, los mulatos, los bolitas, los perucas, los sudacas, los cabecitas, los negros, etc. les importa, para marginarlos. Les importa a todos los liberales que creen que la cultura y la educación vienen de afuera, de países que no hablan castellano; que la democracia es como ellos la entienden y para beneficio de los de su clase(no en el sentido marxista), o si no, se convierte en autoritarismo, demagogia y/o populismo.
No soy indigenista, no creo que haya que salir a gritar que el Padre de la Patria era indio o bastardo y que eso es mejor que ser descendiente de europeo y legítimo. De hecho poco me importa quiénes fueron los verdaderos padres del Libertador, creo que eso no es lo que importa cuando uno investiga la vida de una persona. Eso no es Historia. Por supuesto, puede ayudar a reforzar una teoría. Puede ser un elemento importante a la hora de explicar una actitud o justificar un hecho posterior como es el retorno de San Martín a América. Pero en el caso del Libertador el que fuera mestizo o bastardo o ninguna de ambas cosas, no determina nada en sí. Si tenía sangre guaraní, poco hizo directamente por los guaraníes. En todo caso, Artigas estuvo más cerca de los guaraníes que nadie en el Plata. No fue esa la razón por la que volvió a América. Que fuera hijo natural, tampoco. LLegó de Londres con Alvear, quién fue su llave de acceso a la sociedad porteña, pero poco después se convertiría en su peor enemigo político. Eso no explica nada, de hecho, nadie necesita parientes para encontrar enemigos en medio de una revolución. Que ninguna de ambas fuera cierta, no nos esclarece su conducta en nada, pero el bronce reluce sin
manchas.
Yo creo que San Martín volvió a América para luchar por la
revolución liberal que desde hacía años se desarrollaba en Europa. Ese era el objeto de las logias masónicas de las que formó parte y que se establecieron en ambos lados del Atlántico. Y era lógico que si en Europa su situación no era sostenible por el avance de las fuerzas napoleónicas viniera a América, más precisamente al lugar dónde había nacido quizás por accidente, y donde podía tener al menos un lazo para integrarse y formar parte así de dicha revolución. Detrás de este objetivo, no hay razón sanguínea que sea determinante. Por caso ni Chilavert ni Miller ni Holmberg tenían siquiera ese tipo de vínculo con la Argentina. Su desición es política y filosófica, no es afectiva.
Creo, entonces, que la discusión es vana y estéril. Y que si queremos sacarnos la duda, un exámen de ADN es la única prueba segura. Creo que ser
liberal y democrático implica aceptar la diversidad y ser pluralista. Implica entender que el toba, el guaraní, el mataco, el mapuche, el aymará, el mulato, el gaucho renegado, el judío, el turco, el tano, el ponja, el gallego, etc., etc, son todos parte integrante de nuestra sociedad, en mayor o menor medida según la región, y de nuestra cultura argentina; que nos prestamos palabras y costumbres; que el mate no vino de Inglaterra, ni la vidala de Francia, ni el chamamé de E.E.U.U. El día que aceptemos que somos una cultura plural, no sólo de Europa, sino también de la América precolombina, de la mestiza y de la mulata, entonces podremos crecer y ser libres. No nos vamos a escandalizar si el Padre de la Patria era mestizo o bastardo. Eso no va a ser una afrenta, será una mera circunstancia, y nosotros seremos libres de taras ideológicas y culturales.